¡Beber café alguna vez fue castigado con la muerte!

¡Beber café alguna vez fue castigado con la muerte!

Durante el siglo XVII, en el vasto y poderoso Imperio Otomano, disfrutar de una taza de café podía ser una sentencia de muerte. Esta es la increíble historia de cómo una bebida tan amada hoy en día fue una vez considerada una amenaza tan grave que su consumo estaba prohibido bajo pena de muerte.

En el siglo XVII, el Imperio Otomano era un crisol de culturas y tradiciones, con Estambul (Constantinopla) como su vibrante epicentro. En esta metrópolis, el café comenzó a ganar popularidad, trayendo consigo un nuevo tipo de establecimiento: los cafés, lugares donde las personas se reunían para conversar, debatir y disfrutar de esta bebida exótica.

El café como una amenaza

El sultán Murad IV, conocido por su mano dura y su celo por mantener el orden, veía el café con sospecha. Preocupado por los efectos sociales y psicológicos del café, Murad IV creía que esta bebida podía alterar la mente y fomentar la disidencia. Los cafés se convirtieron en lugares de reunión para la discusión política y social, algo que el sultán no podía tolerar.

En 1633, Murad IV tomó una medida drástica: prohibió el consumo de café en público. Las penas por infringir esta ley eran severas; quienes fueran sorprendidos bebiendo café podían ser golpeados y, en casos extremos, ejecutados. El propio sultán patrullaba las calles disfrazado para asegurarse de que la prohibición se cumpliera.

La percepción del café como un narcótico

En esa época, el conocimiento sobre el café y sus efectos era limitado. Se creía que el café tenía propiedades narcóticas que podían inducir euforia y alterar la mente, lo que justificaba las duras medidas de Murad IV. Esta percepción negativa convirtió al café en un enemigo del estado, al menos temporalmente.

A pesar de la prohibición, la popularidad del café siguió creciendo. Tras la muerte de Murad IV, las restricciones comenzaron a relajarse. Con el tiempo, el café se integró profundamente en la cultura otomana, y los cafés (qahveh khaneh) se transformaron en importantes centros de vida social y cultural.

Hoy en día, el café es una parte integral de muchas culturas que alguna vez formaron parte del Imperio Otomano. Desde el kahve turco hasta las numerosas formas de disfrutar esta bebida en todo el Medio Oriente, el café ha recorrido un largo camino desde aquellos días de prohibición.

La historia del café en el Imperio Otomano es un fascinante recordatorio de cómo una bebida puede influir en la cultura y la política de una nación. Así que la próxima vez que disfrutes de una taza de café, piensa en su rica y a veces turbulenta historia. ¡Salud por el café y por el legado que ha dejado a lo largo de los siglos!

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Monica
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Gracias, gracias, gracias. Un placer que no pensé tener. El secreto es el agua mineral, además de la calidad del café. Delicioso
Daniel
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Tenia muchas expectativas, ya que me lo recomendaron como el mejor café, las supero indudablemente, su aroma y sabor fue toda una experiencia.
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